domingo, 26 de junio de 2011

Sobre adolescencia/juventud. Nota 1

“Es fácil pedir bajar la imputabilidad”

La OIJ es un organismo intergubernamental para fomentar en la región las políticas a favor de los jóvenes. El argentino Alejo Ramírez fue elegido por unanimidad para dirigirlo. Su visión del área, los avances y los pendientes. Y su historia como hijo de un desaparecido.
Por Mariana Carbajal
El argentino Alejo Ramírez es el flamante secretario general de la Organización Iberoamericana de Juventud, cuya sede central está en la capital española.
Ramírez tiene 37 años y más de una década de trabajo en políticas públicas para la juventud, primero en la provincia de Buenos Aires y luego a nivel nacional, en el Ministerio de Desarrollo Social. Con militancia peronista, llegó al frente de la OIJ en diciembre, elegido por unanimidad en una reunión en República Dominicana por las cabezas del área Juventud de los países de Iberoamérica, con el respaldo del gobierno argentino. La OIJ no es una ONG: es un organismo multigubernamental creado en 1992 para promover la cooperación y el fortalecimiento de las políticas en materia de juventud en la región, aclara Ramírez.


–¿Por qué cree que los jóvenes suelen quedar olvidados en la agenda política?
–En general, la gente se mete en los temas de juventud como una continuidad de la militancia. Pero después crece y los abandona, a diferencia de lo que sucede con el activismo en temas de género. Siempre lo digo en chiste: las mujeres nunca dejan de ser mujeres, pero los jóvenes dejan de ser jóvenes. Los logros que se ven en cuestiones de género tienen que ver con que hay una continuidad en la lucha. Cuando cumplen 30 años, en los partidos políticos les empiezan a decir que dejen el lugar a los más jóvenes. Entonces, la continuidad se ve truncada y tal vez por eso no se logra que en Latinoamérica los temas de juventud estén instalados en la primera línea de las políticas públicas. Se sigue pensando que los jóvenes son los que toman la birra en la esquina. Se tiene una posición estigmatizante o que los invisibiliza, que son dos miradas tremendas para la creación de política en un gobierno.

–¿Cuál es la situación de la juventud en Latinoamérica?
–Con excepción de Cuba y Uruguay, los jóvenes tienen un peso demográfico en Latinoamérica como nunca antes. Representan un promedio de entre 23 y 25 por ciento de la población. En Argentina son el 22 por ciento. Y es un porcentaje que va en aumento. Como todo en la política, la verdad se ve en los presupuestos más que en los discursos. Hay que invertir en los jóvenes. Y esto no lo dicen solamente las organizaciones más garantistas como puede ser la OIJ, lo dice también el Banco Mundial. En su informe de 2007, advierte que por cada dólar invertido hoy en jóvenes, en inclusión, en empleo de calidad, participación y calidad educativa, se ahorran siete dólares dentro de diez años en cárceles, procesos judiciales, represión y fuerzas policiales. Hay una buena cantidad de países de América latina que lo está entendiendo así y está empezando a invertir en ellos. Argentina es un gran ejemplo.

–¿Por qué?
–La Asignación Universal por Hijo, además de ser una gran decisión, presiona sobre la tasa de inscripción educativa. Hoy hay 25 por ciento más de inscripción. Eso significa un gran desafío en políticas educativas. Conectar Igualdad es una buena respuesta. ¿Es toda la respuesta que hay que dar? No. Pero el hecho de que Argentina esté invirtiendo casi el 6 por ciento del PBI en educación es otra buena decisión. Lo que los Estados todavía no están pudiendo resolver es el problema del desempleo, que entre los jóvenes duplica al promedio general.

–¿Hay problemas específicos que afectan a las jóvenes?
–La mujer joven tiene dificultades mayores para la inclusión en procesos educativos y laborales. La tasa de deserción escolar es mayor entre las mujeres porque muchas de ellas se ocupan de las tareas domésticas; las familias las destinan al cuidado de la casa, de sus hermanitos, y se suma, en algunos casos además, el tema del embarazo adolescente. Es un fenómeno del que América latina debería avergonzarse porque encabeza las tasas a nivel mundial de embarazo adolescente, particularmente la región andina.

–¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación en esa mirada polarizada sobre los jóvenes, a través de la cual son estigmatizados o invisibilizados?
–El último informe de la OIJ en 2008 junto a la Cepal marcaba que hay una mirada pendular en torno de los jóvenes. Por un lado, la sociedad admira a los jóvenes por su vitalidad, su capacidad, su dinámica. Muchos adultos, incluso, pretenden imitarlos a través de cirugías estéticas o su vestimenta. Pero por el otro lado se observa a los jóvenes como disruptores, que rompen la paz social, que nos molestan, se drogan o roban. Es una mirada tan contradictoria que sumada a la invisibilidad que también se cruza, dificulta mucho el vínculo intergeneracional entre adultos y jóvenes. En ese contexto un gran porcentaje de los medios de comunicación refuerzan esa tendencia, con mayor inclinación por ver al joven estigmatizado que al idealizado. Un relevamiento de la organización Periodismo Social mostró que del total de notas, crónicas o reportajes sobre juventud en diarios en sólo el 4 por ciento aparece la voz del joven, su mirada. Para algunos medios resulta más fácil cuando un joven es protagonista de un delito grave, apuntar a la baja de la edad de imputabilidad de los menores, que analizar cuál es el porcentaje de jóvenes que están realmente involucrados en ese tipo de hechos.

–¿Van a trabajar con los medios para cambiar esa mirada?
–En breve desde la OIJ vamos a lanzar un Observatorio de Medios y Juventud. Hay que dar un debate a favor de la juventud en la opinión pública y en los medios.

–El renacer de la militancia entre los jóvenes que quedó al descubierto con la muerte de Néstor Kirchner, ¿es un fenómeno que trasciende las fronteras del país?
–Es un fenómeno que atraviesa América latina. Acabo de estar en Ecuador y hay también una militancia juvenil increíble. Se está dando un proceso de participación muy interesante en la región. En Argentina creo que se vincula con las políticas públicas, como la Asignación Universal por Hijo, Conectar Igualdad, la defensa del trabajador y del trabajo, la decisión de no reprimir (la protesta social), el matrimonio igualitario, que genera una empatía entre el proceso político y los jóvenes, que es importante destacar. En muchos países de Latinoamérica el promedio de edad en los ministerios es de 60 o 65 años; en Argentina, hoy hay jóvenes de 25 o 30 años que están liderando procesos en diferentes lugares del Estado. Ese reconocimiento de los jóvenes motiva a la militancia y a la participación.

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