viernes, 23 de septiembre de 2011

La política en los '70 (Primera parte: 1969-1973)


En mayo de 1969, mientras la dictadura de Juan Carlos Onganía intentaba dar una imagen de orden y disciplina social, comenzaron a evidenciarse síntomas de un descontento que venía creciendo entre distintos sectores de la población debido al cierre de los canales de participación política y a la política educativa, social y económica del gobierno.
El 15 de mayo la policía reprimió violentamente una manifestación de protesta en Corrientes. Allí murió el estudiante de medicina Juan José Cabral. Dos días después, en Rosario estudiantes que se movilizaban para repudiar el crimen de Cabral fueron enfrentados por la policía. Uno de los policías
extrajo su arma y asesinó al estudiante Adolfo Bello, de 22 años. El hecho produjo la indignación de los rosarinos que se manifestaron masivamente en una "marcha del silencio". El 21 de mayo la policía volvió a reprimir y a cobrarse una nueva víctima, el aprendiz metalúrgico Luis Norberto Blanco, de 15 años.


La situación se agravó y las calles de Rosario fueron ocupadas por obreros y estudiantes que, para contrarrestar los efectos de los gases lacrimógenos, levantaron barricadas y encendieron fogatas alimentadas con mesas, sillas, cajones, cartones y papeles, arrojados por los vecinos desde sus balcones para colaborar con los manifestantes. Era el Rosar iazo, el primer estallido de una larga lista que expresaba el descontento popular con la dictadura de Onganía, quien decretó la ocupación militar de Rosario y varios puntos de la provincia de Santa Fe.

Estas noticias tuvieron gran repercusión en Córdoba, donde existía una estrecha relaciónentre los estudiantes y los obreros de las grandes fábricas instaladas en el cordónindustrial, ya que muchos trabajadores estudiaban en la Universidad de Córdoba. Este hecho, sumado a la constitución de un movimiento obrero muy combativo, surgido con posterioridad al peronismo, al calor de las corrientes de ideas revolucionarias de los años 60, llevaron a que el proceso de politización creciera notablemente tanto en las fábricas como en las facultades.
A la indignación por los graves hechos de Corrientes y Rosario, se sumó en Córdoba el descontento provocado por la decisión del gobierno provincial de suprimir el "sábado inglés" (trabajar sólo medio día los sábados), lo que implicaba en los hechos una rebaja salarial porque no se pagaban las horas extras. Los trabajadores de la industria automotriz y los de Luz Y Fuerza convocaron a un paro para el 29 de mayo, en coincidencia con la celebración del día del Ejército.
Inmediatamente los estudiantes adhirieron a la medida de fuerza. Por la mañana de ese día de paro y movilización ya podían verse las grandes columnas de obreros y estudiantes que se fueron acercando al centro de Córdoba. La represión policial se cobró la primera víctima, el obrero Máximo Mena. Este hecho aumentó la indignación de los huelguistas, que formaron barricadas y desbordaron la represión de la policía, que debió retirarse perseguida por los manifestantes. La ciudad fue controlada por ellos durante unas 20 horas, en las que se produjeron incendios y roturas de vidrieras de las principales empresas multinacionales instaladas en Córdoba y de oficinas públicas. Estos son los hechos conocidos como el Cor dobazo. Finalmente el
gobierno encargó la represión al Tercer Cuerpo de Ejército, que después de algunas horas y varios enfrentamientos, logró controlar la situación. El saldo fue de 20 manifestantes muertos y cientos de detenidos, entre ellos los líderes sindicales Agustín Tosco y Elpidio Torres. El ex presidente Frondizi declaró: "La violencia popular es la respuesta a la violencia que procede de arriba".

Desde los hechos de Córdoba, el Ejército a través de su jefe, el general Alejandro Agustín Lanusse, venía presionando a Onganía para que compartiera las decisiones políticas con las Fuerzas Armadas y tomara conciencia de la gravedad de la situación nacional, en la que ya no cabía su proyecto de una dictadura autoritaria y paternalista sin plazos, que tomaba como modelo al régimen instaurado por Franco en España.
En ese contexto comenzaron a formarse en la Argentina los primeros grupos
guerrilleros, que eran la expresión local de un fenómeno continental. La Revolución Cubana obró como un poderoso imán sobre ciertos sectores de la juventud latinoamericana, que la tomaron como modelo y trasladaron la metodología de la guerrilla rural utilizada en Cuba a los diversos países de la región.
Todas los grupos guerriller os tenían una convicción común: para ellos, la violencia era un instrumento legítimo para la toma del poder. Sus miembros provenían, en gran número, del estudiantado de clase media. Se encontraban desencantados con la izquierda tradicional y con la imposibilidad de actuar políticamente a causa de la veda política decretada por el gobierno militar.
Los distintos grupos guerrilleros tenían similitudes en su accionar y en la elección de sus víctimas, generalmente empresarios o miembros de las fuerzas de seguridad. Habitualmente operaban en comandos integrados por hombres y mujeres que realizaban copamientos de localidades como Garín, en la provincia de Buenos Aires, y La Calera, en Córdoba, asaltos a bancos, secuestros a empresarios para obtener fondos, robo a camiones de leche y su posterior reparto en barrios populares y lo que ellos llamaban "ajusticiamientos", es decir el asesinato de algún dirigente sindical o algún jefe militar.

En febrero de 1971, el gobernador de Córdoba, Camilo Uriburu declaró que aspiraba a terminar con la oposición estudiantil y gremial que había llevado adelante el Cordobazo a la que comparó con una víbora venenosa. Uriburu le "pedía a Dios que le depare el honor histórico de cortar de un solo tajo la cabeza de esa víbora". A los pocos días el país se sacudió con un segundo Cordobazo, llamado por sus protagonistas "Viborazo".
El Viborazo pondrá fin a la breve gestión de Levingston y a su delirio de crear un movimiento político sin tener en cuenta la opinión del pueblo.
El 26 de marzo de 1971, Lanusse asumió la presidencia en un clima político totalmente desfavorable. La violencia guerrillera crecía, el descontento popular también, Perón –que estaba exiliado- sumaba día a día más seguidores en el país, y la continuidad del gobierno militar se tornaba muy difícil de sostener. Lanusse evaluó correctamente que el principio de solución a los múltiples conflictos pasaba por terminar con la proscripción del peronismo (prohibición de participar de las elecciones y de la vida política) y decretar una apertura política que permitiera una transición hacia la
democracia. En este contexto nombró en el ministerio del interior a Arturo Mor Roig, de reconocida militancia radical, propuso un Gran Acuerdo Nacional (GAN) entre los argentinos y anunció la convocatoria a elecciones nacionales sin proscripciones para el 11 de marzo de 1973. A los partidos políticos se les restituyeron sus locales, cerrados desde hacía varios años, y se los proveyó de fondos para que pudieran desarrollar sus actividades proselitistas.

El gobierno entabló conversaciones con Perón en el marco de las cuales, el 3 de septiembre de 1971, le fue devuelto el cadáver de su esposa Eva Perón, que había sido secuestrado del edificio de la CGT por un comando de la Marina en noviembre de 1955.

El 22 de agosto de 1972, dieciséis guerrilleros fueron fusilados en una base de la marina en Trelew tras un intento de fuga. El hecho conmovió a la opinión pública y
acrecentó el clima de violencia que vivía el país.

El 17 de noviembr e de 1972 Per ón pudo volver tras 17 años de exilio. El Ejército impidió a sus partidarios acercarse a Ezeiza. A poco de llegar, Perón designó como candidato a la presidencia a Héctor J. Cámpora, su delegado personal, y a Vicente Solano Lima, un dirigente conservador, para ocupar la vicepresidencia.
El radicalismo en elecciones internas, eligió la fórmula Ricardo Balbín-Eduardo Gamond. El país se preparaba para volver a la democracia.

El 11 de marzo de 1973 se realizaron las primeras elecciones sin proscripciones desde la caída del peronismo (en 1955). Triunfó el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), que había sido avalado por Perón, que obtuvo más del 49% de los votos. El peronismo ya no era el movimiento monolítico del período 1945-55. Convivían en su interior conflictivamente, distintos sectores, en algunos casos de ideología opuesta, y todos ellos parecían contar con el aval de Perón. Durante los 18 años de proscripción, fueron muchas las incorporaciones al movimiento, que desde la derecha y también desde la izquierda, se habían sumado al aparato tradicional.

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