lunes, 17 de octubre de 2011

La dictadura militar (1976-1983)

Hoy vamos a ver dos grandes objetivos tuvo la dictadura militar de 1976, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional:

1. Desmovilización y disciplinamiento de la sociedad, en especial de los sectores con actividad política: obreros sindicalizados, estudiantes, jóvenes, partidos y agrupaciones políticas, movimientos y organizaciones sociales.
2. Cambios estructurales económicos: instauración del neoliberalismo (apertura económica, financierización de la economía, concentración del poder económico, flexibilización laboral, privatización, desmantelamiento de la industria).

1. La represión…
Desde 1976 las Fuerzas Armadas se hicieron cargo de manera plena de la represión. Para esto, se involucraron en funciones policiales y se generalizó del uso de la tortura.
Militares de otros países (Francia y Estados Unidos) habían enseñado que la tortura era un método aceptable para obtener información rápidamente; desde 1971, la lucha contra las organizaciones armadas aceleró su utilización. Por otra parte, su extensión sin límite, más allá de las necesidades operativas, y todas las prácticas aberrantes que conllevó, deben vincularse con cuestiones morales y culturales: el mesianismo militar, un cierto fanatismo al que contribuyó la Iglesia católica, y sobre todo la percepción del “otro” como un enemigo absoluto, colocado más allá de las normas morales.

Muchos autores hablan de “guerra sucia” entre las Fuerzas Armadas y las organizaciones guerrilleras y grupos armados. Pero en términos técnicos, no se puede hablar de guerra: las organizaciones guerrilleras tenían un reducido número de combatientes, y prácticamente habían sido derrotadas y aniquiladas ya en 1976. Además no se puede hablar de guerra cuando uno de los “bandos” es el Estado con la totalidad de sus fuerzas represivas, sus instituciones policiales, militares, su logística, etc.  Por otro lado, no pueden leerse los conflictos sociales en términos de guerra y justificar el exterminio de los considerados enemigos.

Para investigar las actuaciones del gobierno militar, en 1984 se formó la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), y sus conclusiones fueron publicadas ese mismo año en una obra de amplísima circulación: Nunca más. Allí se registró fehacientemente la desaparición de personas y la existencia de 340 centros clandestinos de detención. En esta obra se afirmó la existencia de un plan sistemático para la represión, fundado en la desaparición de personas. El plan incluía distintas etapas, a cargo de diferentes grupos: detención y desaparición (ni las fuerzas de seguridad ni la Justicia daban cuenta del caso), tortura, detención en un campo clandestino, muerte y eliminación de cadáveres; también incluía aspectos colaterales, como el saqueo de los bienes de las víctimas o la privación de identidad de niños nacidos en cautiverio o secuestrados con sus padres. La documentación reunida por la CONADEP es abundante, y sirvió de base para el juicio a los miembros de las juntas militares y luego para otros procesos judiciales. En muchos sentidos, este informe definió un paradigma de interpretación.

La represión fue muy dura en el sector de los militantes sindicales, y se ha constatado la colaboración activa de los directivos de las empresas. También fue muy dura en las universidades, y en general en el ámbito educativo.
El “proceso de terror” llevado a cabo por la dictadura originó una “cultura del miedo”. Si bien hubo víctimas específicas que recibieron la parte represiva de la acción militar, y el blanco social a quien iba dirigido el discurso del miedo y el terror era la sociedad entera. Esta táctica tuvo mucho éxito, ya que gran parte de la sociedad se volvió obediente y también reprodujo el control y la denuncia de quienes eran considerados por los militares como “enemigos”.
Además de cooperadores y corresponsables, la dictadura encontró también un conjunto más amplio de auténticos demandantes de orden y seguridad, convencidos de que la represión se dirigía a un “otro” absolutamente ajeno: el enemigo subversivo. Cuando, en realidad, el “enemigo” del gobierno militar era la sociedad entera.

En materia de responsabilidades, otro grupo significativo es la Iglesia Católica. Varios estudiosos del tema señalaron la estrecha relación de un sector importante de la jerarquía de la Iglesia y las Fuerzas Armadas: su apoyo público, su convalidación del modus operandi, su participación en algunas de las tareas de la represión.
Mas allá de los miembros jerárquicos de la Iglesia Católica, hay que distinguir en la totalidad de la Iglesia entre un sector afín con los militares, un sector progresista que sufrió duros golpes con la represión, y una mayoría conservadora de posición oscilante, que inicialmente adhirió al proyecto militar pero que desde 1979 comenzó a girar hacia posiciones más afines con la defensa de los derechos humanos.

También hay trabajos sobre la conducta de los medios de comunicación. Muchos aceptaron las pautas impuestas para la información por la dictadura (cosa no difícil de explicar, dada la magnitud de los intereses empresarios en juego) mientras que otros asumieron la defensa entusiasta del régimen. También se ha señalado la imbricación de intereses entre funcionarios y dueños de los medios, así como el triste destino de aquellos periodistas sospechosos de no acatar las normas.

El punto decisivo respecto de la manera como la sociedad argentina encaró el tema de la represión se encuentra en la conformación y crecimiento de un conjunto de organizaciones de derechos humanos, cuya huella puede verse no sólo en este aspecto especifico sino en toda la cultura política conformada después de la dictadura.

  • En la primera etapa, entre 1976 y 1978, las organizaciones surgieron huérfanas de apoyo de los partidos políticos o de la Iglesia; en un “contexto desolado”, encarnaron la conciencia ética de la sociedad y, con grandes costos, lograron abrir un espacio público previamente inexistente. 
  • En la segunda etapa, entre 1978 y 1981, los partidos políticos recuperaron su voz pública, negociaron una salida política e incorporaron los derechos humanos a su programa de demandas, aunque sin dejar de reconocer el papel positivo de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la subversión. Ese contexto ambiguo resultó reforzado por la indiferencia del grueso de la sociedad ante la cuestión. En este período, la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la publicación de su informe a principios de 1980, y la concesión del premio Nobel de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel, dirigente de una de las principales organizaciones, consolidó la existencia de éstas. 
  • La tercera etapa, entre 1981 y 1983 se inició con la relativa apertura política bajo la presidencia del general Viola; proliferaron entonces en instituciones políticas y religiosas las declaraciones sobre los derechos humanos y comenzó a establecerse la caracterización de “la dictadura” en referencia al gobierno militar. Las organizaciones pudieron entonces profundizar su acción pública, y mucho más luego de la derrota militar en Malvinas, que desencadenó la crisis del régimen.
2. El plan económico…

¿Qué huellas dejó la última dictadura militar argentina en la economía local? Este texto te permitirá conocer y reflexionar sobre los cambios económicos de la época y los móviles que les dieron origen.
La violencia, las desapariciones, los secuestros, la deuda externa son algunas de las más importantes cuestiones vinculadas a la última dictadura. Las huellas que dejó este período en nuestra sociedad son imborrables. Al observar nuestra vida cotidiana, la sociedad y la ciudad que nos rodea, podemos encontrar las consecuencias de los profundos cambios que trajo la dictadura en ese momento y su impacto en nuestros días.
Para analizar el período histórico correspondiente a la última dictadura militar que sufrió la Argentina, es importante incorporar las variables económicas, pues permiten comprender algunos de los significados de las políticas implementadas por el gobierno de facto y sus consecuencias en las décadas siguientes.
Interpretá y analizá el fragmento del artículo “El golpe del 76 cambió las alianzas sociales”, interpretación de este período hecha por el economista Eduardo Basualdo:

Si las cosas iban así, ¿por qué hubo sectores económicos que apoyaron el golpe?
-El apoyo principal al golpe provino de un sector de la tradicional oligarquía agropecuaria, parte de la cual estaba asociada con la industria. Otro sector fue el capital financiero, que luego se benefició con los cambios económicos que permitieron la obtención abundante de ganancias financieras.
El golpe tuvo motivos sociales, además de económicos.
-Sí. Creo que una razón crucial fue la pugna social y el propósito de frenar el creciente avance de sectores populares, desarrollado, precisamente, durante y a consecuencia de la industrialización.
¿El objetivo principal de la dictadura era cambiar la distribución del ingreso?
-Así es, realizar una transferencia de ingresos desde el trabajo hacia las fracciones que tenían el poder en la Argentina: acreedores externos y grupos económicos internos, locales. (...). Este escenario promovió lo que denomino "un nuevo patrón de acumulación económica" que se caracteriza por la desindustrialización y concentración del ingreso. Durante el período de sustitución de importaciones, la política económica estaba centrada en la producción de bienes y servicios, el endeudamiento externo financiaba la producción y los fenómenos monetarios eran dependientes de esos procesos. Luego, el endeudamiento pasó a ser una palanca para tener ganancias financieras; la política monetaria tomó un papel protagónico y los procesos productivos, la economía real, uno subordinado. Lo problemático es que las políticas monetarias, cuyo objetivo era combatir la inflación, fracasaron (...).”

Las razones económicas que llevaron al golpe de Estado del ’76 forman parte de un debate que aún no ha terminado. Algunas visiones argumentan que fue consecuencia del estancamiento de la segunda etapa de sustitución de importaciones, que comenzó con el gobierno de Arturo Frondizi. Otras subestiman la importancia de las luchas sociales y políticas en ese período y el rol que jugó la “oligarquía diversificada” dentro del bloque de poder en alianza con las Fuerzas Armadas. Entrevista a Eduardo Basualdo (publicada en suplemento económico “Cash”, del diario Página/12).

¿Cómo caracteriza el golpe de Estado en términos económicos?
–Es una bisagra entre dos patrones de acumulación. Y tiene antecedentes (la segunda sustitución de importaciones) y consecuencias (la valorización financiera). La segunda sustitución se origina con el desarrollismo, a partir del gobierno Frondizi-Guido. Se hace sin capitalismo de Estado y en manos del capital extranjero. Esta fase no fue considerada en términos de etapa. Algunos analistas sostienen que la sustitución de importaciones fue una etapa de encantamiento. Y allí se salta –con (Juan Carlos) Portantiero y también (Guillermo) O’Donnell– a la teoría del empate hegemónico.
¿Y usted que opina?
–El empate hegemónico existió, pero hasta mediados de los ‘60. Entre el ‘64 y el ‘74 se dio el mayor crecimiento industrial de la historia argentina, muy por encima del PBI. Además este ciclo cambia de naturaleza, porque van a existir ciclos cortos pero sin caída sino desaceleración.
Con estas evidencias, ¿por qué cree que se produce el golpe?
–Porque al revés de lo que planteaba la doctrina de seguridad nacional, el crecimiento económico no detuvo la lucha social. La hipótesis de que el crecimiento iba a generar gobernabilidad es falsa. En esa etapa (‘64/’74) se da un capitalismo asociado, una convergencia entre capital local, extranjero y Estado. Hay un predominio económico del capital extranjero y un sector de la oligarquía que se había diversificado hacia la industria durante el modelo agroexportador, que participó en la industrialización en forma importante y cuya desagregación como fracción social ayuda a ajustar algunas cuestiones del comportamiento del ciclo corto.
En este capitalismo asociado, ¿qué fracciones del sector dominante quedan integradas y cuáles quedan afuera?
–Esta propuesta implicaba un debilitamiento y subordinación de la oligarquía agropecuaria y una disminución de la importancia de la oligarquía diversificada. La paradoja es que por ese fuerte crecimiento industrial se abandona la concepción de que la oligarquía argentina participa en la estructura del poder. Se acota a la oligarquía a fenómenos regionales y al sector agropecuario.
¿Cómo sobrevive la oligarquía diversificada a lo largo del modelo de valorización financiera?
–Es el sector de la oligarquía que pierde una primera batalla con su propia base social –la oligarquía agropecuaria pampeana– a partir de la propuesta de industrialización exportadora. Y por otro lado, se convierte en la conducción de la oligarquía en su conjunto. Y esto explica por qué es uno de los factores en que se constituye el nuevo bloque de poder en el ‘76, momento que inicia una etapa de valorización financiera donde la deuda es una variable estratégica.
La deuda también es importante durante la segunda etapa de sustitución. ¿En qué se diferencia esta variable en ambas etapas?
–Durante la segunda sustitución, la deuda financia la industrialización, destinada a la compra de insumos o bienes de capital del sector. Y tiene un papel muy importante porque permite el tránsito de una fase de estancamiento a una fase dinámica, sobre todo a medida que avanza ladécada del ‘60 y se entra en los ‘70, ya que permite eludir las crisis profundas en la balanza de pagos en el sector externo.
¿Y a partir del ‘76?
–Cambia drásticamente. El objetivo principal de la deuda pasa a ser la renta financiera. Por eso del ‘76 en adelante hay una creciente disparidad entre la evolución de la deuda y la evolución de la economía real. La deuda opera como una masa de recursos valorizables en el mercado financiero interno por la diferencia positiva entre la tasa de interés interna y la internacional. El problema es que se fuga al exterior un excedente estratégico en cualquier sociedad: la inversión.

ACTIVIDAD:
La lectura propuesta te permite abordar diversas cuestiones. Utilizá el texto para responder las preguntas que aparecen a continuación.
    ¿Qué motivos económicos da el autor para explicar el golpe de estado?
    ¿Qué cambios en la economía trajo la dictadura militar?
    ¿Qué tendencias anteriores se frenan y qué nuevas tendencias crecen?

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